jueves, 12 de agosto de 2010

Mágica paciencia


Descuida, descuida, no temas al sonido de tu corazón. Escúchalo, él no miente, cuando se enamora reproduce melodías armoniosas, te hace bailar por nubes que surgieron de una taza de café.
Ayer le envié un mensaje secreto, un deseo compartido que busca complicidad del tiempo, pero me aseguré que llegue codificado bajo dos latidos más fuertes, más contundentes y certeros, como eco de campanas, ¿Los sentiste? Lo sé, pero aún no lo entiendes.
Para comprender este mensaje, debes romper la barrera que separa a la realidad de los sueños, volar por el cielo, creer que es cierto. No será difícil, solo tienes que volver al principio, tienes que observar a los niños y recordar que el tiempo es eterno, reconocer que el alma no envejece pero crece, ¿Lo entiendes?
Por eso no te precipites porque no hay apuros en este camino, no quiero correr, quiero caminar a tu lado,  y dibujar tu sonrisa discreta, y colorear tus momentos de tristeza. Nos sentaremos pacientemente, esperando a que otoño se lleve las incertidumbres por las profundidades del mar, lejos del alcance del tiempo, donde mora el silencio. No te precipites, acompáñame en el camino hacia mis sueños, donde se paraliza el tiempo, y solo se escucha el sonido de nuestros latidos, ahí estaremos bajo un nogal, aprendiendo de los ojos de la luna, de las estrellas, y caeré cautivo ante la hermosa inocencia de tu mirada.
Descuida, descuida, aún tenemos mucho tiempo, no te precipites.
Punto aparte.