domingo, 7 de marzo de 2010

Princesa, eres como la luna llena


Todo empezó cuando me saludaste y me regalaste una sonrisa, aquella tarde, aquella mañana. Mi saliva aún tenía sabor a ella, a la confusión y a la pasión. Pero tu voz, me deja trémulo y con una sensación agradable, contento.
Son pocas las palabras que te antecedieron, matemáticamente eres la suma de las virtudes, geográficamente estás al norte de mis pensamientos, tus pocas palabras han sido señales de humo, recogí cada sonrisa tuya, y la redacté en 3000 caracteres.
Tus ojos. Oh tus ojos, son ciencia pura, son luna llena todos los días, son como la mañana de primavera. Tus ojos, me dirigen a Sión. Modificaron mi calendario, y me detuve a contemplarlos. Hermosos ojos, tienes una mirada que me estimula a seguir caminando en mis meditaciones cotidianas, disfrutando el Nyahbinghi.
¿Y ahora qué hago? Si cuando pienso en ti, entiendo a los poetas, recuerdo a África. Me surgen las respuestas cuando recuerdo aquella tarde, aquella mañana, aquella primera sonrisa. ¿Y ahora qué hago? Si mi reflexión debe estar acompañada de ti, ya no puedo digerir mis sueños, estoy dejando la inmadurez de andar callando, ahora prefiero escuchar mucho y hablar sin impedimentos, te describo con tres palabras escuetas, hermosa, amable, prudente.
Desde que llegaste, me gusta estar aquí. Seguiré caminando, espero sigas sonriendo, pequeña princesa. Ten presente esto, prefiero sentarme en el parque de las palomas, y evitar el ruido de noche. Punto aparte.